miércoles, 15 de octubre de 2014

La dialéctica versus la metafísica y demonios en el análisis político

Los políticos y las políticas de izquierda  que desarrollamos esta labor con cierta racionalidad  científica  y anteponiendo los intereses de la nación, país y pueblo por encima de sesgos personalistas e intereses parcelarios, disponemos   del arma teórica que  es   la  dialéctica  para  el análisis y la toma de decisiones; a la  que  también  integramos  el sentido común, que no es muy común, pero ayuda mucho.
Uno de los elementos más trascendentes que nos proporciona la dialéctica,   es   la   posibilidad   de   analizar lo que tiene de peculiar cada situación, para poner en primer plano  el aspecto principal de la contradicción a resolver en cada circunstancia, y  decidir  las tareas políticas que devienen en consecuencia.  Con ese método a manos, los políticos y políticas que también nos preciamos de ser objetivos, nos peguntamos ¿Cuál es el problema principal del país, de cuya solución dependen otras soluciones; y cuál es la fuerza de la que disponemos para solucionarlo? Y si esta no es suficiente, entonces ¿Qué hacemos para aportar a la solución, y con este mismo quehacer también desarrollar nuestras fuerzas y posibilidades de poder?
A propósito de que en estos días por venir los comunistas de gran parte del planeta conmemoraremos un aniversario más de la revolución de octubre de 1917 que abrió época en la historia, es pertinente decir que si Lenin no hubiera sido un militante con la dialéctica a   manos, es muy probable   que   esa revolución no  hubiera   ocurrido  en  la Rusia  dominada  por  la dictadura zarista.
Hagamos un repaso general del contexto de febrero de aquel año en ese país, y saquemos del mismo una lección práctica de la dialéctica. A ver: los bolcheviques eran la expresión política e ideológica más consecuente. Existían también partidos burgueses, es el caso del de Kérenski, que igual que los bolcheviques eran opuestos al régimen zarista. Las masas querían salir del zarismo y en buena medida estaban bajo la influencia política e ideológica del reformismo burgués liberal de este líder.  El partido bolchevique de Lenin no tenía todavía suficiente fuerzas.
Una lectura de la situación a la luz de la dialéctica, sugería que el zarismo era el aspecto principal de la contradicción a resolver. No eran las posiciones burgués-liberales a las que había que combatir en primer plano. El problema principal a combatir era el zarismo. Así lo hicieron los bolcheviques; pactaron compromisos políticos tácticos con Kérenski, sumaron fuerzas para echar abajo al régimen zarista.
La primera fase de la revolución rusa de 1917 fue democrática y de esta surgió un gobierno encabezado por  Kérenski,  no por Lenin.  Entre febrero y octubre de 1917 se produce un cambio en la actitud de las masas obreras, le quitan  el  apoyo a Kérenski;  porque este las defraudó;  y el partido de Lenin estaba ahí, entre ellas,para capitalizar el desencanto y conducirlas, como al efecto, a la revolución socialista en este mes y año últimos.
Una actitud como esa de Lenin y el partido bolchevique, sería una aberración abominable para una parte de lo progresista y de izquierda dominicano.  Porque   en   las experiencias vemos la metafísica en sus análisis, extraños al sentido común.  De ahí los discursos de obviedades, los peros,  cuidados y previsiones frente a situaciones políticas puntuales, para no incurrir en errores.  Como si el camino al éxito y a la certeza no llevara en sí mismo la posibilidad del error o del fracaso.

La contra- Convergencia en   curso   al   año   2016   no   es   propio   de mentes brillantes como las hay entre  los  que  la  impugnan. Es no considerar la visión dialéctica de la táctica.  Y en casos, no es desconocimiento de esa generalización teórica, sino petulancia pequeñoburguesa; cuestión de temperamentos; “el peso de todas las tradiciones muertas” que “oprimen como pesadilla el cerebro de los vivos…”, entre otros demonios.
Por Manuel Salazar. 15 de octubre de 2014.

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